Es un decir, porque muchos ya están en Australia, jugando en Sidney o en Auckland, Nueva Zelanda. Pero vamos a plantearnos cómo llegan a las antípodas los jugadores que, a priori, optan a alzarse con el primer Grand Slam de la temporada.
Número 1 del ránking ATP. Con eso debería quedar todo dicho, pero Rafa es tan grande que supera semejante descripción. El de Manacor llega a Australia con la vitola de mejor jugador del mundo, sin la necesidad de alzarse con el título para demostrar nada. 2010 le cogió con la ansiedad de vencer tras 9 meses de sequía y sus caídas en Wimbledon y Roland Garros. En 2011, la historia cambia. Rafa ha entrado en la leyenda tras la mejor temporada de su historia. Ha ganado los 4 grandes y está asentado en la clasificación mundial. Nadie pone en duda su reinado y cada torneo es una oportunidad, no una necesidad. Ahora bien, que Nadal no tenga la necesidad de ganar, no quiere decir que no lo ambicione. Puede ganar los cuatro grandes consecutivamente, aunque no sea en un año natural. Ha bajado un poco el nivel de su servicio, que asombró al mundo en el US Open, en este inicio de temporada. En Doha, no pasó de semifinales. Quiere demostrar que su paréntesis en París-Bércy todavía se nota en sus rodillas. Y sin embargo, para él, en Australia comienza la temporada. El año pasado, triunfó sobre la arcilla francesa, la hierba londinense y el DecoTurf neoyorquino. Ahora quiere, por supuesto, comenzar el año ganando sobre el Plexicushion
Desde el comienzo de la gira americana, lleva una espectacular marca de 40-4. Aquel Federer dubitativo, cuesta abajo y con un revés vulnerable ha muerto. Paul Annacone ha revivido la bestia, el bicho, que diría Manolo Lama, flamante nuevo locutor de la Cope. Le ha renovado la técnica, el desplazamiento por la pista y, sobre todo, le ha insuflado nuevas ganas de jugar, nuevos motivos por los que esforzarse. Federer es, técnicamente, uno de los mejores jugadores de la historia del tenis. Si tiene la cabeza bien amueblada y las ganas suficientes, es el mayor rival de Nadal para este torneo y para todos. La leyenda de sus enfrentamientos está ávida de una nueva reedición. Lo del Máster sólo fue un aperitivo, porque hace demasiado tiempo (va a hacer dos temporadas) que no vemos una final de Grand Slam entre ambos. Todos tenemos en la retina la final en la que Rafa hizo llorar a Roger. Y queremos más. Ahora, Federer es mucho más agresivo, más directo. Realizó un final de temporada perfecto y ha comenzado igual que terminó: ganando. Roger defiende el título del año pasado, la única final de GS a la que llegó y su único título grande junto al Máster. Y quiere revalidar su corona.
El serbio protagonizó un gran final de temporada, que no repercutió en el ránking. Fue el gran artífice del triunfo de su país en la Copa Davis, llevando al equipo en volandas hacia su primer entorchado. Es un acicate para Nadal y para todos sobre cemento. Agresivo, rápido, plano, duro... su estilo es perfecto para superficies como la australiana. Hace tiempo que no saborea las mieles del éxito en una competición individual y quiere cambiar ese hecho. Le tiene ganado el head-to-head en cemento a Nadal y, además, llega con confianza tras recibir el apoyo de todo su país en la Copa Davis. 'Nole' siempre es peligroso, pero más cuando los rivales pueden estar fuera de ritmo y sobre una superficie como el cemento. Es el tercer jugador en liza.
74 años. Eso es lo que lleva un británico sin alzar un 'Major'. Nadal y Federer le arrebataron 'sus' trofeos. En las islas están ansiosos por ver a un jugador patrio triunfar tras tantos años. Y han depositado todas sus esperanzas en este escocés, toda una celebridad en Gran Bretaña. Si Nadal es la imagen de la tranquilidad y la ambición, Murray es el de la necesidad, el de la ansiedad. Es el número cuatro o cinco del mundo (actualmente el 5, pero se viene alternando en cortos períodos de tiempo con Soderling), pero carece del gran resultado que provoca que el tenista entre en la historia. Puede que Murray lo que necesite es alejarse de la presión anglosajona, y para eso Australia le viene como anillo al dedo. Acusado de un tenis ultradefensivo, busca reivindicarse y levantar su primer Grand Slam.
Flamante (de nuevo) número cuatro del mundo. Reafirmado en su seguridad y su fuerza mental tras sus triunfos en París-Bércy y, hace nada, en Brisbane sobre Roddick. Es el aspirante, el quinto elemento, el jugador que busca internarse definitivamente en la terna de los 'Fantastic Four'. Es la temporada, o ha de serlo, de su consolidación. Y la ha comenzado ganando, lo que da mucha confianza. El sueco tiene una maza por brazo derecho, que machaca a sus rivales, especialmente en una superficie como el cemento. Además, su primer triunfo en este suelo y al aire libre le ha dado confianza. Ha demostrado que en las grandes citas se crece, que los Grand Slams y los Masters son su territorio. Y ahora comienza el primero del año como cuarto favorito...
Mañana, los candidatos a derrocar a estos favoritos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario