jueves, 13 de enero de 2011

Enric Molina, la estrella desconocida



Es joven, está en el Top Six y está presente en todos los Grand Slam, Masters, Copas Davis... sin embargo a muy poca gente le suena su nombre: Enric Molina.

Se trata de uno de los seis mejores jueces de silla de tenis del mundo, uno de los seis que la Federación Internacional tiene contratados de forma fija y a los que asigna los torneos más importantes. Es, por tanto, el único juez de silla español miembro de la 'Gold Badge', lo que le ha permitido arbitrar partidos tan importantes como la final del Abierto de Australia de 2010 entre Roger Federer y Andy Murray, la del Abierto de Estados Unidos entre Andre Agassi y Roger Federer en 2005, la final femenina de Roland Garros de 2008 entre Ana Ivanovic y Dinara Safina o las finales de Copa Davis de 2007 (Estados Unidos vs Rusia) y de 2005 (Eslovaquia vs Croacia).

La lista de miembros completa de la 'Gold Badge' del tenis es la siguiente:


  • Stefan Fransson (Jefe de los supervisores de Grand Slam y de la Oficina de supervisión de las reglas de la ITF)
  • Wayne McKewen (Supervisor de la ITF/Grand Slam)
  • Andi Egli (Supervisor de la ITF/Grand Slam)
  • Y los siguientes jueces de silla:
    • Louise Engzell (Suecia)
    • Jake Garner (USA)
    • Alison Lang (Gran Bretaña)
    • Pascal Maria (Francia)
    • Enric Molina (España)
    • Carlos Ramos (Portugal)


Para él, en este sentido, Rafa Nadal, Fernando Verdasco o David Ferrer son más contrincantes que arbitrados, ya que un juez de silla español no debe ejercer en encuentros con jugadores de su misma nacionalidad, es una máxima común en muchos deportes y, aunque en tenis no hay ninguna norma que lo prohíba, sí se intenta evitar (con cuatro jueces de silla por torneo ATP, a veces se hace realmente complicado). Por culpa, por lo tanto, de la Armada Española, Enric Molina se ve muchas veces relegado a rondas previas, todo eso,claro está, debido al excelso tenis y al altísimo nivel de nuestros jugadores. No se queja, dice que en un partido con un español tendría bastante más a perder que a ganar, sobre todo por culpa del público o los periodistas (¡vaya hombre!) porque los tenistas ya lo conocen desde hace muchos años.

Enric Molina nació en Barcelona, en el año 1974. Era socio del Barcino y se inició en el mundo del arbitraje con 14 años como juez de línea en el Godó. Lo hizo amparado por el programa de desarrollo del arbitraje de cara a los Juegos Olímpicos de Barcelona '92. Poco a poco fue progresando, formándose desde los cursos más bajos del arbitraje hasta alcanzar el nivel más alto del mundo. Al principio, cuenta en el número de enero de 2008 de la revista Winners[Tennis, sólo se le exigía 'tener buena vista'. Ahora, para arbitrar finales de la Copa Davis o de Grand Slam, dice tener que saber el reglamento 'al dedillo' y dominar el inglés pero, sobre todo, contar con la experiencia y el sentido común suficientes como para aplicarlos en la pista sin crear un caos: hablar con propiedad y respeto a los jugadores, saber imponer autoridad y ser a la vez justo y comprensivo. En estos momentos, Enric Molina es el único español con el grado de Chapa de Oro en arbitraje (existen las categorías de chapa blanca, de bronce, de plata y de oro).

Enric Molina, un nombre desconocido para el común de los mortales, tiene la difícil papeleta de todos los árbitros y de todos los deporets: no dejarse intimidar por los nombres de personalidades como Sampras o Agassi, ni por una pista repleta de gente, sino llevar a cabo su labor con profesionalidad y respeto. ¿Las claves para ello? Las tiene claras: personalidad, capacidad de concentración, dotes de buen comunicador, psicología y, ante todo, muy buena vista (sí, habéis leído bien).

En el arbitraje, este catalán de 36 años encuentra la manera de seguir ligado a un deporte que tuvo que abandonar para no anteponerlo a los estudios (tiene la carrera de Publicidad). Una vez terminada la carrera, encontró esta vía para seguir el tenis profesional de primera primerísima mano, con el aliciente añadido de poder viajar por todo el mundo.

Las funciones de Molina como juez de plena dedicación desde hace casi 9 años de la ITF son las de cubrir las doce semanas de Grand Slam y Davis Cup, según los designios de los responsables de la ITF, que lo eligen atendiendo a su formación y experiencia. El resto del tiempo lo emplea en formar en los cursos de más alto nivel para los futuros árbitros internacionales. Así, ejerce de 'evaluador' durante los torneos menores del año, para decidir a final de la temporada los 'ascensos' y 'descensos' de los jueces. Tal vez por eso asegura intentar tener una relación cordial pero distante tanto con sus compañeros como, sobre todo, con los tenistas. 'Ser parte y juez es imposible', asegura. Sin embargo, si reconoce que es un alivio no tener ahora en el circuito a 'perlitas' como McEnroe o Nastase.


Enric MOlina tennis tenis davis cup

Para Enric Molina, los partidos más difíciles de arbitrar son, como es evidente, los de la Copa Davis. ¿Por qué? Pues por tener un público local, volcado con uno de los equipos, que quiere meter presión, ayudar a su selección... sin embargo, ese público 'futbolero' como el lo llama, ese ambiente y esa pasión también le motivan y hacen que los partidos sean especiales. Por otro lado, considera lo más importante llevar a cabo el trabajo con dignidad y respeto hacia los jueces de línea y los demás encargados de ese trabajo.

Después de toda esta gran trayectoria, cualquiera podría decir que guarda un especial recuerdo de las finales de Copa Davis o Grand Slam arbitradas, pero no es así. Su partido más especial, por así decirlo, no es sino la despedida de un grande: la de Andre Agassi en el US Open de 2006.

Para finalizar, un detalle que define a Enric Molina como juez de línea: aunque otros jueces se vieron amenazados por el 'Ojo de Halcón, porque podía dejarlos en evidencia, el lo vio como una oportunidad de mejorar el deporte del tenis y demostrar que, la mayoría de las veces, el juez de línea anda más acertado que desencaminado.

Enric Molina, un juez de línea que se encuentra entre los seis mejores del mundo y que, sin embargo, asegura que su mayor reto es mejorar. Su mayor sueño, en cambio, sería arbitrar la final de Wimbledon, algo que, de pequeño, quería hacer como jugador.



ANÉCDOTAS DE ENRIC MOLINA


En la final del Abierto de EE.UU. vivió una de las anécdotas más graciosas de su carrera. "Me avisaron de que Ivan Lendl iba a estar en el sorteo del saque al inicio. Yo no le conocía, porque nunca le había arbitrado. Stefan Francsson (juez árbitro del torneo) me dijo que tuviera cuidado porque Lendl acostumbraba siempre a liarla, con alguna de las suyas, pero no esperaba lo que pasó", dijo.




"Le di la mano y le entregué mi moneda suiza de cinco francos para que hiciera el sorteo, una moneda que tiene la cruz de Guillermo Tell en un lado y una cara en la otra, que me regaló Andreas Eagly (juez de silla), del año en el que nací, 1974. Al percatarse Lendl de que era suiza me dijo que le parecía un poco improcedente, teniendo en cuenta que Federer es suizo y jugaba la final, y fue y se lo contó a Agassi. Yo me quería morir", dijo Molina. "La verdad, me puso en un brete".


En otra ocasión, Andy Roddick le preguntó: "¿Por qué no consiguen jueces que sepan lo que están haciendo? ¿Qué es esto, un 0-800-alquile un juez?"

Además, dice que siempre recordará como en un país con fama de civilizado como es Suiza tuvo que salir escoltado por la policia tras arbitrar una eliminatoria que los suizos perdieron ante Holanda, aquejado de unos jueces de línea bastante malos, a los que tuvo que corregir en muchas ocasiones, en especial en un match-ball en contra de Suiza...



En relación con los jueces de línea, a veces les puede la presión, como el momento en el que Kafelnikov jugaba la Copa Kremlin después de ganar los Juegos Olímpicos de Sidney. "Ese tío allí era dios. Los jueces que tenían que arbitrarle estaban temblando y claro, no hacían más que equivocarse. 


Su 'rifi-rafe' más importante lo tuvo con el austríaco Koubek: 'No fue un caso personal, sino de mala suerte. El jugador ya llevaba dos penalizaciones, primero la pérdida de un punto y después de un juego por abuso de raqueta y pelota. Entró el supervisor en la pista, empezaron a discutir y el jugador, muy cabreado, tiró la raqueta hacia su asiento con la mala suerte de que rebotó y le dio en la cara a un recogepelotas que estaba detrás". Enric Molina descalificó a Koubek y, afortunadamente, el austríaco se disculpó después con el recogepelotas.


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