Análisis y actualidad del mundo de la raqueta. Información sobre tenis y sobre pádel
lunes, 19 de octubre de 2009
Las heroínas caídas del tenis.
Las tres llegaron asombrosamente lejos en su deporte, el tenis. Las tres iban, e incluso llegaron a ser, números uno del mundo. Su exquisita clase les catapultó a la fama y la élite del tenis mundial. Pero, por unas causas o por otras, su caída fue igual de espectacular que su ascenso.
Ya sabemos que en la sociedad nos gusta mucho encumbrar a mitos, héros, dioses, extraterrestres, etc. Lo hacemos ahora con Nadal, con Gasol o con Alonso, igual que lo hicimos antes con Jordan, Maradona o McEnroe. Pero si hay algo que de verdad nos gusta más que encumbrar a un héroe es verle caer, abrumado por su propio éxito. Tal vez la idea del héroe caído nos resulte más romántica o atractiva, o tal vez simplemente nos guste comprobar que todos ellos tienen los mismos defectos o vicios que nosotros. El caso es que Gascoigne, Maradona, Tyson, el 'Potro de Vallecas' o Keon Clark son sólo unos pocos entre muchos. Sorprendente es que en el mundo del tenis masculino no haya ningún caso sonado. Pero el tenis femenino ya es otra historia...
Jennifer Marie Capriati es una ex jugadora de tenis de nacionalidad estadounidense que nació el 29 de marzo de 1976 en Long Island, Nueva York.
Fue una jugadora muy precoz, debuto como profesional en el circuito WTA con nada menos que 13 añitos. Pero lo realmente espeluznante es que con 13 años y 11 meses ya había llegado a una final, siendo la mujer más jóven de la historia en conseguir tamaña gesta. Con 14 años y dos meses se convirtió en un mito viviente al alcanzar las semifinales de un Grand Slam, concretamente Roland Garros. Cayó contra la todopoderosa Mónica Seles, pero aún así asombró al mundo entero. Para el Wimbledon de ese año, dos meses después, ya era la cabeza de serie número 12, la más jóven cabeza de serie de un Grand Slam. Con 14 años y 235 días se convierte en la mujer más jóven de la historia en entrar en el Top Ten del tenis femenino. Las grandes temblaban ante la irrupción de este prodicio neoyorquino que tenía pinta de que iba a seguir engullendo récords durante toda su carrera, y, viendo su edad, iba para largo. Durante los dos siguientes años se mantuvo entre las diez primeras en todo momento. Además, obtuvo grandes actuaciones en todos los grandes, destacando especialmente el oro que le ganó a Steffi Graff en Barcelona'92. Cada uno de los críticos del mundo creían que iba a ser la número uno en muy poco tiempo. Todos esperaban su eclosión absoluta en 1993.
Pues bien, no fue así. En 1993 se sucedieron una serie de frustantes derrotas que acabaron por hundirla. Nadie entendía esta bajada de nivel después del oro olímpico. Jennifer no pudo aguantar la presión y buscó el descanso centrándose en sus estudios universitarios y dejando de lado el tenis. O eso nos dijo a todos. Nada más dejar el tenis para 'estudiar' se vio envuelta en una serie de problemas personales y legales. Descubierta por robar en una tienda en diciembre de 1993, Capriati también fue arrestada por posesión de marihuana en mayo de 1994. Retornó a las competiciones de tenis en noviembre de ese año, pero jugó solamente un partido, que perdió para nuevamente dejar de jugar, pero esta vez durante quince meses. Descendió del top 10 en enero de 1994 y no jugó en el WTA tour en 1995. La marihuana y los hurtos acabaron con el sueño de Capriati de ser la mejor jugadora del mundo y con las ilusiones de todos sus fans, decepcionados por la de Long Island. Volvió a jugar, sí, y volvió a ganar, sí. 14 títulos individuales, entre ellos dos Abiertos de Australia y un Roland Garros. Pero de esa chica que se iba a comer el mundo sólo quedó una buena jugadora, que jamás llegó al número 1, aunque consiguiese acabar el año en el top ten 6 vaces.
Mucho más conocido es, no obstante, el caso de la serbia de Mónica Seles. Mónica Seles, que sí llegó a ser número uno.
Para ponernos en contexto: principios de los años 90. Una alemana, una tal Steffi Graff, domina con mano de hierro un circuito WTA que comienza a amenazar con ser aburrido. Surge una jugadora, Mónica Seles, nacida en 1973 en Serbia, que le planta cara. Zurda de nacimiento, golpeaba a la bola a dos manos tanto de drive como de revés, algo que suscitaba la curiosidad de los espectadores. Durante los siguientes años, con alguna tímida irrupción de otras jugadoras, como la anteriormente citada Capriati, protagonizan una rivalidad, deportiva claro, como pocas se recuerdan en el mundo del tenis. Seles ganó 9 Grand Slams y le arrebató a Graff el número uno, que fueron alternándose hasta mediados de 1993, un año marcado a fuego en la memoria de nuestra tenista. En el descanso de un partido en Alemania, con Mónica como número uno del mundo, un espectador desquiciado, de nombre Günter Parche, hundió un cuchillo en la espalda de Seles,justo bajo el omóplato. En un principio se atribuyó la autoría del atentado los conflictos político-étnicos de Yugoslavia, pero el propio Günter Parche se encargó de desmentirlo declarando que era admirador de Steffi Graf. Su ataque se debía a la creencia de que, quitando a Seles del panorama tenístico, Graf volvería a ser la número uno del mundo. El ataque impactó muchísimo en el mundo tenístico, provocando debates y cambiando el curso de la historia del tenis. Después de ese momento, las medidas de seguridad para los jugadores crecieron de forma espectacular. Por supuesto, Graf visitó a Seles en el hospital,pero jamás hizo comentarios acerca de dicho incidente, que mantuvo a Seles retirada de las canchas durante 28 meses. Seles no volvería nunca más a jugar en Alemania. Sus palabras fueron realmente duras: "Lo que parece es que la gente ha olvidado que ese hombre me atacó intencionadamente y que no ha recibido ningún castigo.... No me sentiría segura volviendo. No creo que vuelva".
Demostrando una entereza y una fuerza de voluntad tan fuera de serie como su tenis, Seles descolgó su raqueta y volvió a jugar . Incluso ganó el Open de Australia de 1996, pocos meses después de volver. No pasó mucho tiempo y llegó también a la final de Roland Garros de ese mismo año. No obstante, todos los expertos coinciden en que Seles practicaba un juego que no resultaba ser ni tan sólido ni regular como el de antes de la puñalada. La jugadora luchaba por mantener la forma y recuperar la movilidad perdida, pero no lo conseguía del todo. La tragedia de su padre, al que tuvo que ayudar a luchar contra el cáncer, acabó de frustrar sus intentos por volver. Ganó la Copa Federaciones por dos veces con su nuevo país, los Estados Unidos, y ganó la medalla de bronce en las olimpiadas de Australia. Pero la excelencia de la Mónica Seles de principios de década había desaparecido. En 2003, durante la disputa del Abierto de Australia, Seles sufrió una lesión en un pie que la dejó fuera del circuito. Desde entonces, no volvió a jugar un partido oficial. Otra gran carrera, que podría haber llegado a ser la mejor de la historia, truncada por la pervertida mente de un loco.
Martina Hingisová Molitor, Martina Hingis en el mundo del tenis, es la jugadora que termina este reportaje sobre jugadoras caídos. Martina es una ex jugadora de origen eslovaco, pero nació en Suiza.
Durante su carrera ganó cinco torneos de Grand Slam (tres Abiertos de Australia, un Wimbledon y un US Open) y disputó dos finales de Roland Garros. En dobles ganó nueve títulos Grand Slam y otro en dobles mixto. Se mantuvo en el número uno mundial del ranking mundial de la WTA durante 209 semanas. Era una de las grandes jugadoras de tenis de su momento y podía llegar a ser de las mejores de la historia (si es que, realmente, no lo fue). En un primer momento, la frustraron las lesiones. Se retiró tras varias lesiones graves en los ligamentos de los pies. En octubre de 2002 dejó su trono merced de las belgas Justine Henin y Kim Clijsters, las hermanas Williams y las emergentes figuras rusas, con la impresión palpable entre todos los aficionados de que, si conseguía volver sin lesiones, se las merendaría a todas en un pis pas. Y comenzó a hacerlo, unos años después. Volvió a las pistas del circuito de la WTA en 2006. Logró llegar hasta en Nº 6 del ranking mundial y ganar 3 títulos WTA en individuales. Los aficionados del tenis nos relamíamos los labios al ver que volvía a ponerse a tono, que la dictadora suiza de revés perfecto volvía a las pistas y estaba mejorando partido a partido. Y, entonces, cuando parecía que iba a regresar, dio positivo por cocaína. El 1 de noviembre del año 2007 anunciaba su retirada entre lágrimas. Lágrimas de cocodrilo, pensaron muchos aficionados decepcionados con la actuación de la ex número 1. Otros, simplemente, nos resignamos porque, como en los casos de Capriati y de Seles, sabíamos que nos habíamos perdido a otra gran tenista que podría habernos ofrecido un gran tenis y haber llenado las páginas de los deportes en todos los periódicos. En lugar de eso, llenaron las de sucesos y, lo que es peor, las de la prensa rosa.
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