Continuamos con la serie de análisis de los protagonistas que, estos próximos días, saltarán a la cancha en el O2 de Londres para deleite del público.
En esta entrada, hablaremos del número 3 y del número 4 del mundo.
'Nole' o 'Djoko', como prefiera el lector, es el eterno aspirante. El personaje con el que nadie cuenta pero con el que siempre hay que contar. Sin hacer mucho ruido siempre está tan sólo un escalón por debajo de Rafa Nadal y de Roger Federer y, puntualmente, por encima en la clasificación. Sólo esto ya sirve como excepcional tarjeta de presentación.
El serbio es una persona amable, bromista y afable, que cae bien prácticamente a todos y que anima el circuito con sus imitaciones y sus shows mediáticos. Sin embargo, dentro de la pista es todo lo contrario. No serio, pero sí agresivo, un jugador potente, con golpes rápidos, que martillean al rival y le hacen correr. La bola le corre una barbaridad y sus golpes de ataque son, probablemente, los mejores del mundo. Cuando está en racha y le sale todo de cara, es imposible vencer a Novak Djokovic. Afortunadamente para los españoles y desafortunadamente para él, no siempre es así, y suele alternar su gran juego con fases de mayor apatía y menor seguridad que, ante grandes jugadores como Nadal o Federer, le dificultan alzarse con los partidos. Todo esto, está claro, dentro de su excepcional nivel, no alcanzable más que para 3 ó 4 jugadores del mundo.
Comenzó la temporada con unos cuartos de final en Australia, que le permitieron ascender al segundo escalafón del Ránking ATP. Siguió obteniendo buenos resultados en el inicio de temporada: semifinales de Rotterdam, campeón en Dubai, torneo que, según sus mismas palabras, le imbuyó una gran dosis de confianza. Sin embargo, a lo largo de los meses lo lastró su falta de regularidad, como por ejemplo en Miami, donde cayó en segunda ronda con Olivier Rochus.
Su temporada de tierra no fue especialmente brillante, pero tampoco fue mala: semis en Montecarlo y cuartos en Roma (las dos veces perdió con Fernando Verdasco). Después, unas alergias le retiraron de Belgrado y le impidieron comparecer en Madrid. Y la semana siguiente, en Roland Garros, el sorprendente Melzer, que fue la revelación del torneo, le apeó en cuartos de final.
Tampoco la época de la hierba le fue muy propicia, ya que en Queen's cayó en tercera ronda. Sin embargo, consiguió defender los puntos que le habían dado el pasado año sus semifinales en Wimbledon, un grandísimo apoyo en esos momentos.
A pesar de ayudar a Serbia a llegar a sus primeras semifinales de la Davis Cup y de llegar a semifinales en Toronto, las recuperaciones primero de Nadal y luego de Federer le relegaron, de nuevo, al tercer puesto de la clasificación mundial, donde parece destinado desde siempre por culpa de estos dos titanes.
Su final de curso ha sido notable. Destacaré especialmente la final que alcanzó en el US Open tras un brillantísimo torneo y una memorable semifinal frente a Roger Federer. No pudo con Nadal, tal vez porque fue ya demasiado, tal vez por cansancio o porque Nadal estaba lanzado hacia su Grand Slam. Sin embargo, fue un gran resultado y recuperó el número 2 del ránking ATP y continuó su gran segunda parte de temporada imponiéndose a David Ferrer en la final de Beijing, ganando su decimoctavo título ATP. Después de eso, semifinales de Shanghai y final en Basilea, cayendo en ambas con Roger Federer, quien a la postre le arrebató de nuevo el número 2 del mundo en su lucha particular. Tampoco en París brilló especialmente, pero llega dosificado a una de sus superficies favoritas, a una pista que le favorece y a un torneo que ya ha ganado. Novak Djokovic siempre es una alternativa al título, y tiene entre ceja y ceja el objetivo de recuperar el número 2 del mundo, para poder asaltar el trono de Nadal. Veremos si acaba consiguiéndolo. Tenis tiene para ello.
Robin Soderling ha dado, por fin, el paso adelante que todos esperábamos que diera. Por tenis, por confianza y por cómo llega, es el principal peligro y la alternativa a 'los tres mosqueteros', a los tres primeros del ránking.
Ha ganado 'sólo' dos títulos este año: Rotterdam y el obtenido la semana pasada, París.
Sin embargo, su gran baza ha sido la regularidad. Ha llegado a las finales de Barcelona, Roland Garros y Bastad (cayó en todas ante españoles: Verdasco, Nadal y Almagro, respectivamente) y a las semifinales de Valencia, Indian Wells y Miami. Es un jugador todoterreno, que ha demostrado adaptarse bien a todas las superficies. Su tremendo final de temporada, con los cuartos en el US Open y Shanghai, las semis de Valencia y el título en París le han aupado por encima de Murray al 4 puesto del mundo.
Pero no es sólo el frío resultado el que nos sitúa a Soderling como favorito, sino las sensaciones. A pesar de que no es, precisamente, un jovenzuelo, Soderling ha aparecido relativamente hace poco entre los primeros puestos de la clasificación. Era el típico jugador que todos vemos con grandísimas posibilidades, pero que no acaban de despuntar. Ahora sí que lo ha hecho. En estos dos últimos años ha demostrado que puede triunfar en torneos grandes, llegar a finales de Grand Slam y vencer a los mejores. Su juego es sólido, regular y potente. Tiene golpes fuertes pero no exento de clase, con un buen saque y unos golpes de fondo seguros y profundos. En definitiva, un jugador completo que obtiene grandes resultados en tierra pero que se ha adapta a otras superficies a la perfección, y que llega a Londres con la etiqueta de campeón del último Masters 1000 de la temporada, el de París. Buena carta de presentación. Dicen que el campeón en París no suele reeditar su triunfo en el Master, que llega cansado y que es difícil ser regular tantas semanas seguidas. Soderling quiere romper este dogma. Con posibilidades, desde luego, cuenta.
Hasta aquí esta segunda parte de los protagonistas de Londres. Esta tarde o mañana por la mañana subiré la tercera parte, que incluirá a Andy Murray y a Tomas Berdych.
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