martes, 23 de noviembre de 2010

Las claves de la victoria de Nadal



Ayer pudimos ver uno de esos partidos que hacen afición. Nadal está abonado a ellos. Siempre dices 'es imposible que este tío remonte el partio' pero, al final, acaba consiguiéndolo. El partido más largo de lo que va de torneo fue, sin duda alguna, el más bonito.

La pista favorecía los intereses estadounidenses. Pista rápida, dura, cubierta... la bola bota bajo y no le coge a Nadal todo su excepcional efecto liftado... todo en contra para el de Manacor.

Andy Roddick saltó a la pista dispuesto a dar la campanada, a decir que no a venido a Londres de compras. Quiere terminar bien la temporada, abandonar ese octavo puesto que tan poco le gusta y ascender un poquito más. Sabe, porque tiene experiencia de sobra, que contra Nadal hay que ganar rápido y sin dar opciones, porque si no se te come con patatas.

Y a eso salió el de Nebraska. Empezó a soltar el brazo con la primera bola que golpeó y sus saques eran auténticos misiles fuera del alcance de Rafa. El primer set se nos fue en un 'volao', con un Roddick agresivo y, hasta el momento, con apariencia de inabordable.

Nadal, que aunque vista un poco raro (ayer de morado chillón) es un genio del tenis, consiguió romper esa apariencia. El segundo set empezó como el primero, con un Roddick aplastante. Sin embargo, y esta es la primera de las claves: Rafa no se rindió. Así como otros se dejan llevar hasta el final del partido y hacia una irremisible derrota, Nadal no cesa de luchar hasta la última bola. En esto se parece a Ferrer. Se puso en el fondo de la pista y comenzó a intentar desplazar a Roddick de lado a lado, sin dejarle abrir demasiados ángulos, sin dejarle llegar cómodo a la bola para atacar. Al mismo tiempo, multiplicó su ya de por sí formidable desplazamiento con los pies, y comenzó a llegar a todos los ataques de Roddick. A pesar del desgaste físico que supuso eso para el español, tuvo un efecto mucho más determinante para Andy Roddick: cuando estás dentro de una pista de tenis y tu rival está llegando a todo, comienzas a pensar, a dudar. ¿Cómo hago el punto si llega a todo? La respuesta casi siempre, en el calor de un partido, reside en arriesgar más. Tratar de pegarle más fuerte. Tratar de ajustar más a la línea. Y, como consecuencia, se falla más, se gana en inseguridad y se acaba por perder, punto a punto, el partido. Nadal, con su extraordinaria condición física y mental, fue capaz de provocar esta reacción en Andy Roddick. El español se ató los machos, se animó a sí mismo sin cesar con sus ya populares gritos: "¡Vamos!" y se fue a por el partido. Es algo que sabe hacer muy bien, resistir, animarse a sí mismo, evolucionar a lo largo de un encuentro. ofrecer un tenis increíble cuando es necesario (el tie-break que jugó fue impresionante) y convertirse en un frontón cuando la ocasión lo merece (últimos juegos del segundo set).

Poco a poco los puntos se fueron haciendo más largos, los peloteos, más habituales. Nadal, en definitiva, supo llevar el partido a su terreno, al que a él le gusta. Y, a lo largo de los juegos, se fue afianzando en la pista. Del vendaval inicial pasamos a un partido igualado, tenso, en el que cada punto valía un potosí. El escenario en el que Nadal se desenvuelve como pez en el agua. Consiguió llegar al tie-break del segundo. La moneda cayó de cara en el desenlace, aunque también hay que decir que fue así porque Nadal la empujó hacia ese lado. En el tercer set, el partido siguió la misma tónica. Un Rafa cada vez más enchufado comenzó a regalarnos puntos de ensueño. Passings de ciencia ficción. Roddick estaba ya fuera del partido y, aunque vendió cara su piel, acabó sumiso con el saque de Nadal.


Ahora el número uno del mundo, que ayer reafirmó su posición (no por puntos, sino por autoridad), ha dado un golpe sobre la mesa. No es su superficie. Acumula más partidos que nadie. No necesita los puntos. Ayer Nadal, al acabar el partido, parecía responder a estas preguntas y a muchas otras con sus ansías de ganar y su ambición. Parecía responder: "Sí, ¿y qué?".


No hay comentarios:

Publicar un comentario