lunes, 13 de junio de 2011

El imperio contraataca




Llevaban los americanos una buena racha... de malos resultados. De sobras es conocido por todos que la arcilla no es terreno abonado para los éxitos estadounidenses en el mundo del tenis. Esa carencia venía compensada por los sudamericanos, que hacían de la tierra su plaza fuerte: Kuerten, Chela, Puerta... grandes terrícolas que abonaban el continente americano de triunfos.



Sin embargo, hace ahora ya un tiempo en el que los americanos, tanto del sur como del norte, habían desaparecido de la esfera tenística. Sus máximos exponentes eran Juan Martín del Potro y Andy Roddick. El primero era víctima de una gravísima lesión de muñeca de la que aún se está recuperando. El segundo, de una cabeza poco amueblada siempre contrarrestada por una excepcional potencia que, con el inexorable transcurrir de los años, tiene que verse cada vez más y más reducida. El caso es que América se quedaba en los primeros meses de 2011 huérfana de Top Ten y, lo que es más importante, de figuras emergentes. Todos sabemos que Sam Querrey y Mardy Fish son tenistas de segunda fila. De una segunda fila de lujo, con un tenis exquisito (sobre todo el segundo) pero secundarios al fin y al cabo. Incapaces de mantener la regularidad durante dos semanas o de imponerse continuadamente a varios grandes seguidos. Pueden dar alguna sorpresa, alguna campanada, pero nada más.


El mundo del tenis, y por ende la ATP, tembló. El mercado estadounidense es un mercado caprichoso, veleidoso, cambiante, exigente. Busca espectáculo, épica (el US Open  es, probablemente, el único Major no abiertamente hostil contra Nadal, seguido quizá de Australia)... pero sobre todo busca ídolos. Ídolos que cada vez son más extranjeros y, sobre todo, más europeos. Se cumple más de una década de dominio de Roger Federer (suizo) y Rafael Nadal (español). Por detrás, la estrella emergente, que ciertamente está a punto de ponerse por delante, es serbia. Incluso si seguimos mirando encontramos a un escocés y a un sueco. Sí, parece un chiste. Pero un chiste eminentemente europeo. 

Las finales de Miami e Indian Wells las jugaron Nadal y Djokovic, e incluso Australia había quedado huérfana de americanos. Estados Unidos, Argentina, Brasil... grandes audiencias y grandes torneos que pueden llegar a desencantarse ante la ausencia de jugadores patrios de alto nivel. Y el desierto de nombres era terrible. Roddick caía cuesta abajo y sin frenos, Del Potro volvía en una lenta progresión que auguraba  una penitencia aún mayor. Mardy Fish y Sam Querrey conseguían resultados, pero no encendían las pasiones de un público ávido de triunfos. 

En estas despuntó un chaval joven: Milos Raonic. Un cañonero canadiense que podía traer títulos de nuevo a las vitrinas. Cuajó una buena actuación en Australia y después, más o menos, aguantó el tirón de lo que se esperaba de él... hasta la tierra. Y allí volvió a caer y a seguir siendo una promesa con un altísimo potencial, pero promesa al fin y al cabo.



Europa domina con mano de hierro el ránking ATP y los americanos, tan suyos, tan del béisbol, la NBA, el hockey, la Libertadores o la NASCAR amenazan con decidir que eso del tenis es otro de esos cuentos europeos. El golpe sería terrible, pero también lógico: los 8 primeros nombres del ranking ATP pertenecen a jugadores europeos (y gracias). 

Sin embargo, el tiempo de los desiertos de arena, de las playas de arcilla roja ha pasado. Ahora veremos a Nadal, Nole y compañía deslizarse por las tupidas praderas londinenses. El idioma ya es el mismo que el de norteamérica y la superficie, más parecida a la que a ellos les gusta. Allí vieron ganar a Roddick o a Sampras no hace tanto, y les gusta más. Además, la temporada de tierra no ha resultado todo lo calamitosa que pudiera pensarse: el hundimiento de Almagro, Verdasco, Youzhny o Llodrá ha permitido a Mardy Fish y Andy Roddick volver a entrar en el Top Ten. Del Potro sigue con su lenta pero constante rehabilitación, y ya se ha asentado entre los 30 primeros (esta semana ocupa el puesto 22). Chela cuajó una actuación en Roland Garros tan inesperada como positiva para el veterano guerrillero.


En Queen's Roddick se ha reencontrado con la hierba y parece despertar. El panorama americano sigue siendo desolador pero ya hay un clavo ardiendo y parece que lo peor de esta campana de Gauss ya ha pasado. América siempre ha sido tierra de grandes tenistas. Veremos si son también capaces de levantarse. Como si de una Rider Cup de golf se tratara, ahora Europa va ganando con muchísimos golpes de ventaja. Los europeos nos mostramos ufanos y confiados. Tal vez sea mejor para el espectáculo que el dominio esté más repartido. Pero, qué narices. Ellos ya tuvieron a Agassi, McEnroe, Sampras, Connors, Courier, Kuerten, Ríos e incluso el propio Roddick. Soportaremos el contraataque: que se aguanten ahora ellos. 

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