jueves, 9 de febrero de 2012

Suerte, Tommy


Hola!

Después de una temporada con tantos problemas físicos y ahora que no hay tantos torneos, espero poder recuperarme bien de este abductor que tanto ha molestado este año y pueda volver al 100% en el 2012.
Ya estoy entrenando desde hace dos semanas y, tanto con los doctores como con los fisios, estamos intentando ‘arreglar’ la pierna. ¡Estoy seguro de que lo conseguiremos!
Espero poder cojer el avion para irme a Australia para jugar en Brisbane, Auckland y después el Open de Australia!
También me gustaria aprovechar estas líneas para dar las gracias a toda la gente que me ha seguido y se ha preocupado por mí estos meses. Espero que el próximo año solo nos tengamos que preocupar de celebrar victorias en las pistas otra vez.
Tommy Robredo nos dejaba este esperanzador mensaje el 15 de noviembre del pasado año. Ha llovido desde entonces. Las cosas, en cierto modo, han cambiado. Pero no precisamente para mejor.

Tommy Robredo Garcés ha sido, durante su ya extensa carrera profesional, un buen tenista, rozando el calificativo de "gran" en muchos momentos de su vida.  En el deporte en general y en el tenis en particular, el triunfo es efímero, la fama y el éxito cambian de manos en cada torneo, en cada semana. Tommy ha sido uno de esos jugadores al que esta circunstancia le ha pesado para ser reconocido como uno de los grandes, a pesar de su indiscutible regularidad. 

Brillante jugador técnico, con un revés a una mano pocas veces visto en España y destilando clase por todos sus poros. Técnica, calidad, clase, finura. Un rara avis dentro de la raza española de casta, de fe, de top spin, lucha y fondo de pista. Al contrario que Rafa Nadal o David Ferrer, a Robredo siempre le han pesado los partidos largos o los desplazamientos continuos por la pista. Sin embargo, ha sido adalid de otro tipo de jugador, de una generación que alcanzaría su clímax con un tal Roger. 

Volcado en esta necesidad de estar fino, de confiar en su juego y en sus golpes, Tommy ha alcanzado la cruel gloria tenista en varias ocasiones: en 2006 llegó al número 5 del mundo. Durante los dos años siguientes fue Top 10 de manera continua. Desde el 2001 hasta el 2009 se ha mantenido constantemente en el Top 30, sin fallar una sola semana. Por lo tanto, es innegable que ha sido un tenista regular, brillante y de la más estricta y elitista clase mundial durante la friolera de 8 años. Ha ganado en Barcelona, en Bastad, en Sopot, en Buenos Aires, en Santiago... incluso en Hamburgo, en una gloriosa final de Master 1000 en 2006, que le catapultó hasta su mejor clasificación en el ranking de la ATP. Un tenista brillante al que no se le recuerda como  debería debido a la explosión de tenistas coetáneos como Nadal, Roddick, Federer y otros superclase. Los españoles y los aficionados en general necesitamos ídolos cada semana, cada día. Que un tenista ganara hace 9 meses, o casi 9 semanas, no nos importa. Lo que sí nos importa es este partido, este campeonato, este punto. Si fallas, te olvidamos.

Si se puede decir que Tommy ha sido alguna vez un tenista de segunda fila, ha sido por este motivo. Sin embargo, su palmarés, su implicación en el equipo de Davis... sus credenciales nos indican que jamás lo ha sido. Estos años, Tommy debería haber vivido un ocaso de su carrera paulatino, disfrutando del tenis, de lo logrado y de lo que está por lograr. Sin embargo, por el calendario, la dureza, la competición o por lo que sea, los tres últimos años de Robredo han sido bien distintos. Extraños. Crueles.

Durante las últimas temporadas, especialmente la pasada, hemos sido testigos de un genial tenista que cada vez se hacía más intermitente: las lesiones, las molestias y el empuje de la juventud lo hundían en el ranking y contrarrestaban su juego. El año pasado alcanzó cotas especialmente dramáticas, retirándose de torneos por molestias físicas. El maldito abductor, la maldita pierna, como el bien dice, ha amenazado con arrasar sus esperanzas de continuar al máximo nivel. Tommy no pudo soportarlo y frenó en seco. Ha estado unos meses parado, tranquilo, recuperándose o tratando de hacerlo. Nos envió un mensaje optimista de cara al 2012, con miras obvias al Open de Australia.

Tras un halo esperanzador, Robredo desapareció de los cuadros de Brisbane o Auckland. El mazazo llegó con el Australian Open. Y, finalmente, anuncia que no acudirá a Viña del Mar (Chile). Hoy, Tommy Robredo se ha operado de la dichosa pierna. Los medios, esclavos del día a día, del triunfo de Nadal, de Djokovic, de Ferrer... casi no se han acordado de él. Uno de los grandes tenistas españoles de la última década pasa por un vía crucis que le impide, como en su día a su compatriota Ferrero, disfrutar de las pistas de tenis. Tommy ha vivido por y para el tenis. Ha tenido una carrera brillante y ahora se merecía disfrutar de su juego y de los torneos. La lesión que le ha venido lastrando no le quiere dejar. Esperemos que las dolencias se acaben con esta operación, que su cuerpo le permita disfrutar del ocaso dorado que ya se ha ganado. Una vez dijo, por su eliminación en otro Australian Open, que el tenis no le había ayudado. Ahora le tiene que ayudar. Es su justo pago. Suerte, Tommy.

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