lunes, 13 de febrero de 2012

Here we go!



Parece que el denominado 'Plan B' funciona. El fin de semana ovetense nos ha dejado una buena resaca en lo tenístico y una fría indiferencia en cuanto a la asistencia y a su repercusión. Al final, Corretja ha tenido un buen debut, casi podríamos calificarlo como plácido, y las aguas caminan por el cauce de la tranquilidad y la ilusión.

Comenzaba el fin de semana con la agónica victoria de Juan Carlos Ferrero. El de Onteniente fue el elegido para abrir boca frente al agresivo e inquieto Kukushkin. El lance parecía medio resuelto en favor de los intereses nacionales cuando Juanqui se adjudicó la primera manga por 6-1. Sus tablas y su saber estar, tras tantos años en el candelero, se imponían a las ganas y la impaciencia kazajas. Sin embargo, Mikhail se deshizo de su lastre de un plumazo y pasó al ataque. Por delante, cuatro horas y media de intenso encuentro, que sólo pudo caer de nuestro lado de la cancha merced a la experiencia de un perro viejo que supo agarrarse al fondo de la pista y esperar los fallos rivales. Con esfuerzo, unas pocas dudas y mucho frío, Juan Carlos ponía el primer punto en la batalla. Lo más difícil estaba hecho.


Ante unas gradas semivacías, saltó a la pista Nicolás Almagro, nuevo número uno de nuestro equipo, con las ganas de resarcirse de anteriores ausencias a base de demostraciones del gran talento que atesora. Golubev planteó más resistencia de la esperada, pero al final la lógica de la superioridad técnica hispánica se impuso. Almagro hizo valer su mayor seguridad, especialmente en ese maravilloso revés a una mano, en los intercambios agresivos que se sucedieron durante los 4 sets disputados. 

Una de las notas positivas la pusieron los M&M's, la Doble M y/o demás apelativos periodísticos: la pareja formada por Marc López y Marcel Granollers. Marc, quien llevaba varios años especializado en el dobles, dispuso por fin, de manos de Corretja, de una oportunidad para reivindicarse. No la desaprovechó. Marcel y él ya han disputado varios torneos juntos, con más éxitos que fracasos, y se compenetran bastante bien. La victoria frente a los kazajos fue una buena piedra de toques para la nueva pareja del combinado español. Más allá del resultado, inapelable, fue agradable observar su compenetración y disposición en la pista. Marc y Marcel no basan su superioridad sólo en una posible mayor calidad técnica, sino en la asimilación de los conceptos de juego del dobles y en un buen criterio a la hora de seleccionar las subidas a la red, los momentos agresivos y/o defensivos, etc. Son los mimbres de una buena pareja, de un punto más especializado frente al recurso de las últimas temporadas de jugar con especialistas en individuales reunidos excepcionalmente para la ocasión.

La nota predominante, amén de la superioridad española, fue la escasa presencia de público en las gradas. Los asistentes se dejaron el aliento para contrarrestar esta circunstancia, y sus ánimos vencieron los aplausos foráneos. Su implicación fue magnífica, pero sin llegar a paliar el lastre de tantos asientos vacíos. La ausencia de grandes 'cabezas de cartel', como Nadal o Ferrer, la teórica inferioridad del rival y la poca atracción de las primeras rondas se combinaron con unos precios entre elevados y abusivos para dejar el Palacio de los Deportes de Oviedo desangelado. El intenso frío del fin de semana no hizo sino acrecentar esta rémora, de la que deben tomar buena nota los miembros de la Federación y los organizadores de la próxima sede para convertir la eliminatoria frente a Austria en lo que debe ser: una fiesta del tenis español.

Lo mejor del fin de semana, la victoria. Álex Corretja ha comenzado su andadura con alegría, algo siempre recomendable en un deporte en el que, al final, el resultado es lo único que importa. El mal llamado Plan B funciona: la diversidad estilística y técnica española ofrece un abanico de jugadores tan amplio que hemos podido superar una eliminatoria del grupo mundial sin 4 de nuestros mejores tenistas de los últimos diez años. Este hecho, que si no llega a hito es, sin duda, remarcable, permite mirar al futuro con optimismo: la próxima eliminatoria se juega de nuevo en casa, ante un rival más difícil de lo que parece (Austria cuenta con un Jurgen Melzer que siempre lo hace bien frente a los nuestros) pero que debe ser superada al calor de la afición. Una afición, la española, que a pesar de los triunfos recientes, mantiene y traslada intacta la ambición de saciar con  más títulos y alabanzas su insaciable y voraz apetito. Entre tanto, lejos de los focos, el equipo ha mandado un mensaje: a pesar de no contar con los mejores, el compromiso es el mismo de siempre, la calidad está ahí y España, la potencia mundial, está en segunda ronda sin despeinarse. Here we go!

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